La existencia de un metaverso, la usabilidad y respaldo de las criptomonedas en las transacciones financieras, la aparición de NFT (Non fungible tokens), el internet de las cosas y la exponencial participación de blockchain para definir un mundo cada vez más desmaterializado y encaminado a la digitalización, empiezan progresivamente a tener un espacio en la agenda; similar al cambio que en su momento representó la aparición de Internet, el impacto que poco a poco fue generando en todas las industrias y hasta en el común día a día las personas.
Ahora bien, las posibilidades a primera vista parecen infinitas. Diferentes industrias llevan ya varios años explorando la digitalización de procesos, productos, propuestas de valor y evidenciamos, por ejemplo, en la industria del entretenimiento muchas más representaciones de cómo podremos ser participes de realidades virtuales que conecten y tengan ingerencia con la realidad material.
Los procesos en abastecimiento y finanzas no podían ser la excepción. Ya se evidencia cómo desde el origen mismo de la oferta de productos la propuesta digital es más común, llegando al punto donde existen ambientes totalmente digitales en los cuales las personas o empresas pueden conectarse para validar inventarios, productos, funcionalidades, realizar pruebas de usabilidad, simular escenarios y hasta participar activamente en subastas por obtener el bien o servicio deseado. Es así como el desplazamiento físico para compra de bienes y servicios es cada vez más obsoleto (siendo la coyuntura pandemia un catalizador positivo de todo el progreso).
Sumado a la oferta, el entramado asociado a la ejecución de procesos de abastecimiento y finanzas se encuentra igualmente en digitalización. Si revisamos el control de proveedores, la trazabilidad y gestión de pedidos, la administración de solicitudes (interacción usuario – compras), la misma generación y recepción de facturas, el control de recursos y la puesta en marcha de licitaciones, son operaciones que están naciendo y desarrollando en entornos digitales y que en su perfeccionamiento como transacción financiera, igualmente, encuentran alternativas desmaterializadas. Plantear hoy una operación que exija soportes físicos automáticamente se vuelve una variable en detrimento de la propuesta de negocio.
La digitalización vino para quedarse y será común que desde la compra más básica personal, hasta la transacción empresarial más robusta, se ejecute a través de entornos 100% tecnológicos. Alquilar un espacio en el metaverso para hacer presencia de marca, mostrar un nuevo producto, presentar al público una nueva funcionalidad, habilitar ambientes para pruebas y hasta generar espacios de interacción entre empresas será el común del día a día. En la actualidad, cada década representa un salto evolutivo de casi 100 años en comparación a ritmos previos de desarrollo, solo resta esperar la próxima a qué nivel nos enfrentará de modernización y sofisiticación de procesos.