En este momento donde la disrupción es la norma, los procesos de negocio y las organizaciones que tienen éxito son aquellas que se adaptan rápidamente a nuevas oportunidades y desafíos, siendo un común denominador aquellas que se transforman digitalmente. Las instituciones innovadoras están cambiando los paradigmas de cómo actuar, pensar y trabajar, y están superando a las compañías tradicionales en la penetración en el mercado, lo que obliga a todas las firmas a reevaluar sus estrategias y entrega de valor (Langley, s.f., citado por Molina, 2018).
En el contexto mencionado, el concepto de metodologías ágiles es protagonista en la medida que permite la entrega constante de valor a las organizaciones de forma expedita en el marco de realidades volátiles y complejas. Cuando nos referimos a metodologías ágiles, SCRUM surge como la más conocida; no obstante, al estar relacionada con proyectos de software se puede caer en el error de concluir que los conceptos de agilidad no son aplicables para nuestros procesos de cadena de suministro, cuando en realidad coinciden con los retos y pueden generar gran valor de forma evidente.
Es claro que uno de los retos históricos de las áreas de abastecimiento es el cumplimiento de niveles de servicio. Las críticas son comunes a cualquier industria (justificadas algunas y en muchas ocasiones no), y en compras generalmente van orientadas a que no somos lo suficientemente ágiles (por no decir que somos lentos). Sin embargo, cuando se miden los ANS se puede demostrar que más del 50% de las demoras en el proceso son atribuibles a las áreas usuarias.
En este sentido, se hace fundamental poder medir estos tiempos, para visibilizar ante nuestras organizaciones esta realidad y poder mostrarlo ante la alta gerencia con la finalidad de mejorar los procesos de forma colaborativa con nuestros usuarios internos, proveedores y demás áreas involucradas en la cadena de suministro.
¿Cómo impulsar la agilidad en abastecimiento?
Desde nuestros roles podemos adaptar los principios del manifiesto ágil a nuestra realidad:
1. La mayor prioridad es satisfacer al cliente mediante la entrega temprana y continua de valor. Debemos ser proactivos, si un usuario no es claro con un requerimiento o no tiene la cultura de planeación, no podemos quedarnos de brazos cruzados, actuar y darle herramientas es nuestra obligación como área estratégica de servicio.
2. Se acepta que los requisitos cambien, incluso en etapas tardía. Los procesos ágiles aprovechan el cambio para proporcionarle una ventaja competitiva al cliente. Debemos ser creativos y abiertos a cambios.
3. Los responsables de negocio y las áreas técnicas trabajamos juntos de forma cotidiana durante todo el proceso de presupuestar para pagar.
4. La simplicidad o el arte de maximizar la cantidad de trabajo no realizado es fundamental. Debemos poner a trabajar los sistemas para nosotros eliminando tareas manuales o innecesarias del proceso.
5. En intervalos periódicos, el equipo reflexiona sobre cómo ser más efectivo para ajustar y perfeccionar su comportamiento y desempeño. La cadena de suministros es como un equipo de atletismo que participa en una carrera de relevos, periódicamente debemos revisar nuestras entregas, procesos de compra clave y de forma autocritica analizar qué se hizo bien y qué oportunidades de mejora hay para buscar hacerlo cada vez mejor mitigando riesgos.
Conclusión
En conclusión, la agilidad en abastecimiento es una necesidad imprescindible. Está en nuestras manos está dar el primer paso para hacer las cosas de forma diferente, demostrando el valor de nuestra gestión profesional, entendiendo que la cadena de abastecimiento es el corazón de toda organización, y que todos los colaboradores se verán impactados positivamente si funciona de manera más ágil en un marco de seguridad y transparencia.